Creado en 2009 y ampliado con la incorporación de Sudáfrica el año siguiente, el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se convirtió en un foro alternativo de economía emergentes que aspiraban a promover la cooperación y, eventualmente, a desempeñar un papel más activo en la reforma y reconfiguración de la gobernanza económica global. Como mecanismo multilateral informal que se diferencia de otros organismos financieros establecidos, de otros foros informales de concertación y de los mecanismos multilaterales tradicionales, desde sus orígenes los BRICS apuntaron a dar voz a las economías emergentes del Sur Global frente a la hegemonía de las naciones mas industrializadas y ricas de Occidente (Japón incluido). La XV Cumbre de los BRICS constituye, en este sentido, un punto de inflexión, en la medida en que incide, de una manera decisiva, sobre la configuración de un sistema internacional multipolar, con la presencia de diversos actores y sin la hegemonía estadounidense, de manera similar a otros organismos – particularmente euroasiáticos - como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que le sirve de modelo referencial en muchos aspectos.
Esto encaja perfectamente en los lineamientos tradicionales de los BRICS, no sólo en términos del cuestionamiento a los mecanismos de gobernanza global financiera de Bretton Woods, sino también a las agencias y mecanismos asociados a las Naciones Unidas y hegemonizados por Occidente, en términos de su reforma o de su complementación.
El retorno de la geopolítica y de la confrontación entre grandes potencias y bloques emergentes y el resurgimiento de las esferas de influencia tras la pandemia del COVID 19 y de las sanciones económicas impuestas por Occidente a Rusia a raíz de la guerra en Ucrania contribuyeron a revitalizar el grupo a partir de 2019 y a su creciente politización frente a los cambios geopolíticos en curso en el sistema internacional. Esta revitalización no esta disociada del creciente protagonismo que, particularmente durante el año 2023, han asumido las economías emergentes y las naciones del Sur Global
En este marco, la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo realizada en agosto de este año, despertó una amplia gama de expectativas frente a su creciente peso en el sistema internacional. Algunas de ellas altamente críticas, en tanto se cuestionaba su papel de contrapeso a los organismos existentes y sus efectivas capacidades de convertirse en un actor descollante en tanto son percibidos – particularmente en los medios occidentales – como una “alianza antioccidental liderada por Beijing y Moscú” que contribuye a la construcción de un orden global sino-céntrico (Stuenkel 2023). Junto con estas críticas el papel preponderante de China como la economía más poderosa del grupo y la “operación militar especial” impulsada por Rusia en Ucrania, abrían un amplio abanico de cuestionamientos a un grupo percibido como articulado en torno a los intereses de este tándem y cuya eventual ampliación podía amenazar los intereses occidentales. Otras miradas, ampliamente favorables en términos de la emergencia de un mecanismo con capacidad de balancear o de reformar la gobernanza global a favor del Sur Global y de las economías emergentes apuntaban a resaltar el papel del bloque como un actor fundamental en la transición hacia un nuevo orden mundial y en una reconfiguración multipolar del sistema internacional que diluyera la hegemonía de los Estados Unidos y la primacía de Occidente.
Más allá de estas críticas y de estas percepciones, antes de la Cumbre se planteaban una serie de interrogantes de si el grupo buscaría profundizar en su institucionalización – en términos de estructura, procedimientos, presupuesto y localización permanente - capitalizando algunos de los logros previos como la creación del Banco de Desarrollo en 2014 y de los Acuerdos Contingentes de Reservas, entre otros, que habían comenzado a operar a favor de algunos países en desarrollo que aún no eran miembros del grupo, o si debería proceder a ampliarse – como un BRICS + - para incrementar su peso, representatividad y legitimidad en el sistema internacional dada una lista – para ese momento - de más de 23 países que aspiraban a incorporarse al grupo (Kortunov 2023).
La agenda de la Cumbre, sin embargo, preveía dos temas descollantes a tratar. Por un lado, particularmente a raíz de los movimientos a favor del uso de monedas internacionales en los intercambios comerciales y financieros entre los miembros del grupo y otras naciones del Sur Global ya avanzados, la creación de una moneda común en función de desplazar al dólar estadounidense como moneda dominante (Serbin 2023), y por otro, la expansión del bloque a una plataforma más amplia tomando en cuenta las numerosas solicitudes de ingreso por parte de países del Sur Global. Adicionalmente, dos temas previsiblemente presentes estaban asociados con la proyección del grupo en África a raíz del liderazgo regional del país anfitrión y los posicionamientos frente a la situación de Ucrania y a la resolución pacífica del conflicto, en tanto, más allá de las condenas o los alineamientos, tanto China como Brasil y los países africanos habían lanzado iniciativas para promover un diálogo conducente a la paz entre Ucrania y Rusia.
Después de que varios organismos internacionales apuntaran a que los BRICS se habían convertido en el bloque de PBI – en término de Paridad del Poder Adquisitivo – más grande del mundo, contribuyendo actualmente con el 31,5% del PBI mundial frente a la contribución del G7 del 30,7%, y de que los miembros del bloque ignoraran en su mayoría las sanciones económicas de Occidente a Rusia, sin embargo, el tema de la creación de una moneda única - fuertemente promovida por Brasil - no avanzó en la Cumbre según lo esperado y se reiteró de hecho la necesidad de reforzar y de recurrir al intercambio en monedas nacionales antes de crear una moneda común que pudiera desplazar al dólar. Más allá de las suspicacias frente a una “yuanización” de la moneda predominante por el peso determinante de la economía china en el bloque, las propias dificultades de ésta y de otras economías de flexibilizar el flujo de capitales desalentó, a corto plazo, esta iniciativa.
Sin embargo, el segundo tema – la ampliación del bloque – avanzó significativamente y se aprobó la incorporación en 2024 de seis nuevos miembros – Argentina, Egipto, Etiopía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán – a un BRICS Plus, pese a la resistencia de algunos miembros como la India – que propuso limitarse a tres nuevos miembros – frente a los planteamientos de China sobre una ampliación mayor del bloque. De hecho, tanto este como otros debates marcaron las diferencias entre las posiciones de China y de Rusia en su aspiración de convertir al grupo en un instrumento de su proyección global; de India y Brasil más focalizados en sus propios intereses de desarrollo y de Sudáfrica que no sólo aspiraba a esto sino también a una mayor proyección global.
Sin duda esta ampliación otorga un mayor peso al bloque en el sistema internacional, entre otras razones, porque se asume como vocero del Sur Global frente al Norte Occidental e intenta proyectarse y ampliarse a África, Asia y América Latina. Pese a la ambigüedad del concepto de Sur Global – que asume parcialmente el legado de conceptos como “Tercer Mundo” y “países en desarrollo” – este marca el ascenso de un conjunto de naciones de creciente protagonismo e influencia global que aspiran a desempeñar un papel más activo en el sistema internacional a pesar de sus disparidades y asimetrías (Serbin 2023).
El balance geográfico de las nuevas incorporaciones a los BRICS ilustra cabalmente esta intencionalidad, particularmente porque el bloque se asume como eventual vocero del Sur Global pese a sus diferencias internas. Sin embargo, de la misma manera que el grupo original como el actual ampliado de los BRICS presentan heterogeneidades y asimetrías que probablemente dificulten en el futuro la construcción de consensos, y abren interrogantes frente a la incorporación de otras naciones de América Latina.
Los desafíos de América Latina
Más allá de la periferización estratégica en la que halla la región en el sistema internacional y de su gran heterogeneidad - que hace difícil una articulación de un bloque regional pese a la existencia de mecanismos como la CELAC y de diferentes intentos de integración regional y subregional que no han logrado superar una serie de obstáculos -, la eventual incorporación de países latinoamericanos o caribeños a los BRICS implica una serie de oportunidades, pero también de riesgos. En términos de oportunidades, la participación en el bloque amplía el abanico de opciones de comercio y de inversión con otros miembros de este y el acceso a los créditos del NBD. Por otra parte, si bien puede también aumentar la capacidad de negociación colectiva en organismos como el G20, el FMI y el Banco Mundial, en los que algunos exigen mayor participación desde hace años (Bentancor Santana 2023) se enfrentan con el riesgo de alienar sus vínculos con Occidente y ser percibidos como asociados o aliados de países como China, Rusia e Irán, sujetos a diversas sanciones por parte de los Estados Unidos y países de la Unión Europea.
Este dilema entre los beneficios económicos y los riesgos geopolíticos queda claramente ilustrado por el caso de Argentina.
Con el apoyo de uno de sus mayores socios comerciales – Brasil, Argentina se incorpora formalmente a los BRICS y como tal operaría como miembro pleno a partir del 1 de enero de 2024[1]. Junto con Brasil, China e India se encuentran entre los cinco socios comerciales más importantes de Argentina y su incorporación probablemente potenciaría estas relaciones y abriría la posibilidad de un amplio y mayor abanico de vínculos internacionales y de una mejor y más diversificada inserción internacional. Sin embargo, los beneficios económicos pueden estar opacados por los riesgos políticos y geopolíticos. En primer lugar, si bien la pertenencia a los RIC (Rusia, India, China), los BRICS y la OCS, pudo ayudar a distender las tensiones – hasta muy recientemente – entre la India y China, enfrentados en una disputa territorial y una pugna por el liderazgo regional, Argentina e Irán tienen un saldo pendiente debido a los atentados terroristas en territorio argentino de los que Buenos Aires responsabiliza a algunos altos mandos iraníes, lo que podría incrementar tensiones y disparidades en el seno del bloque. A esto se suma que, en el marco de las elecciones presidenciales de noviembre de este año, dos de los principales candidatos de derecha a la presidencia han rechazado de plano esta incorporación y han anunciado que se saldrán del bloque en el caso de obtener la presidencia en las elecciones. Uno de ellos – el candidato electo Javier Milei - , de hecho, anunció que no trataría con “comunistas” lo que incluso podrías afectar las relaciones con uno de los principales socios comerciales del país – la República Popular China.
Como señalan algunos analistas argentinos, el problema de fondo es la persistencia entre las elites políticas argentinas de mapas cognitivos y narrativas limitadas y aferradas a esquemas pretéritos referidos a visiones contrastes entre un hiper-occidentalismo que los fuerza a alinearse con los Estados Unidos y la Unión Europea, y un sinofilismo que los acerca a China en el tablero internacional y que no es único en América Latina (Malacalza & Tokatlian 2023).
Los beneficios y riesgos que apareja esta combinación de factores económicos, políticos y geopolíticos en Argentina, con diferentes matices y con sus características particulares, es extensible a otros países de la región. Si bien Argentina se ha incorporado a los BRICS gracias a la mediación de Brasil y al apoyo de China, Rusia e India, podría ser una punta de lanza para incorporación de otros países tanto sudamericanos como Uruguay, Bolivia y Venezuela, como centroamericanos y caribeños como Cuba (cuyo presidente Diaz Canel asistió a la Cumbre en representación del G77), Honduras y, más recientemente, Nicaragua. Es evidente que una mayoría de estos países asumen un claro alineamiento en contra de los Estados Unidos y a favor de Rusia y China, pero esto no impide que haya otros países que están debatiendo su solicitud de entrada como Colombia – desgarrada - bajo el gobierno de izquierda de Gustavo Petro - entre promover su vinculación con la OSCE y su eventual ingreso a los BRICS. Es evidente que el peso de dos economías emergentes como Brasil y Argentina (aunque esta atraviese una seria crisis económica y una transición política incierta) en Sudamérica puede tentar a otros países sudamericanos – en particular aquéllos que mantienen importantes relaciones económicas con China – a aspirar a incorporarse a los BRICS, contribuyendo probablemente a una mayor heterogeneidad del grupo. Pero también es cierto que esta decisión puede estar signada por los alineamientos geopolíticos respectivos. México – entre otras razones de peso por su estrecha vinculación con los Estados Unidos y Canadá – se ha mostrado ambiguo, cuando no claramente reticente frente a la posibilidad de solicitar ingreso al grupo.
A esto cabe agregar que el surgimiento de nuevos conflictos como es el caso de la confrontación entre Hamas y el gobierno de Israel en Gaza fuerzan a nuevos alineamientos en el marco de sus repercusiones regionales y globales. En este sentido, junto a la condena del acto terrorista de Hamas del 7 de octubre, en la comunidad internacional se han producido reacciones críticas a la reacción del gobierno de Israel al desencadenar su operación militar en la Franja de Gaza con alto costo de bajas civiles[2]. En América Latina estas reacciones se han expresado tanto en el llamado por parte de algunos países de sus embajadores en Israel y, en casos como el del gobierno de Honduras, de la ruptura de relaciones diplomáticas, como en la condena a las violaciones al derecho internacional humanitario por parte de Israel, en la misma línea de los planteamientos del Secretario General de la ONU y de los llamados a un alto al fuego inmediato en la Franja de Gaza. A su vez, estos planteamientos se han reflejado en el llamado a una “tregua humanitaria inmediata que conduzca” a un alto al fuego y al cese de las hostilidades entre Israel y Hamas y a la “protección de los civiles y el suministro de ayuda humanitaria” por parte de la reciente reunión virtual de los líderes de los BRICS el martes 21 de noviembre (AFP 2023).
En el marco de las tensiones, conflictos y disputas de la policrisis que caracteriza la actual transición del sistema internacional de unipolar a multipolar, pareciera que la estrategia de multialineamiento o la doctrina del no alineamiento activo promovida por algunos analistas y diplomáticos latinoamericanos (Fortin, Heine & Ominami 2023) puede ayudar a mantener una diversificación balanceada en las relaciones en un entorno internacional incierto y cambiante en el marco de un complejo proceso de reconfiguración geopolítica global. Pero como lo prueba el caso de India en el proceso de convocatoria, organización y construcción de consensos en la reciente reunión del G20, el multialineamiento demanda un acto de equilibrios nada fácil de mantener.
Notas
* Este artículo es parte de la agenda de colaboración CRIES-CEBRI.
[1]Esta situación está condicionada, sin embargo, por la reciente elección presidencial en Argentina y la fuerte reticencia del gobierno que asume el 10 de diciembre la conducción del país. Tanto el recientemente electo presidente Javier Milei como miembros de su equipo de política exterior han expresado su rechazo a esta incorporación y su alineamiento con los Estados Unidos e Israel.
[2]Se estima en que en poco más de un mes y medio de iniciada la operación militar israelí en Gaza, se han producido más de 11.000 bajas civiles incluyendo mujeres y niños – un número superior al estimado en términos de bajas civiles en el desarrollo de la “operación militar especial” de Rusia en más de un año y medio.
Stuenkel, Oliver. 2023. “How BRICS Expansion Will Impact South America”. Americas Quarterly, 24 de agosto de 2023. https://www.americasquarterly.org/article/how-brics-expansion-will-impact-south-america/.
Kortunov, Andrey. 2023. “BRICS: between broadening and deepening”. Global Times, 21 de agosto de 2023. https://www.globaltimes.cn/page/202308/1296683.shtml.
Serbin, Andrés. 2023. “La erosión del dólar”. Perfil, 8 de abril de 2023. https://www.perfil.com/noticias/opinion/la-erosion-del-dolar.phtml.
Serbin, Andrés. 2023. “El despertar del Sur Global”. Perfil, 15 de julio de 2023. https://www.perfil.com/noticias/columnistas/el-despertar-del-sur-global.phtml.
Bentancor Santana, Camila. 2023. “¿Qué pueden significar los BRICS para los países latinoamericanos?”. Sputnik Mundo, 25 de agosto de 2023. https://sputniknews.lat/20230825/que-pueden-significar-los-brics-para-los-paises-latinoamericanos-1143017049.html.
Malacalza, Bernabé & Juan Gabriel Tokatlian. 2023. “La Argentina y el BRICS: ¿oportunismo o oportunidad?”. Cenital, 3 de septiembre de 2023. https://cenital.com/la-argentina-y-el-brics-oportunismo-u-oportunidad/.
AFP. 2023. “Los líderes de los BRICS piden un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza”. La Nación, 21 de noviembre de 2023. https://www.lanacion.com.ar/agencias/lideres-de-brics-piden-un-alto-el-fuego-inmediato-en-gaza-nid21112023/.
Fortin, Carlos, Jorge Heine & Carlos Ominami. 2023. Latin American Foreign Policies in the New World Order. The Active Non-Alignment Option. Anthem Press.